Diferencias entre las emociones y los sentimientos
Los conceptos de emoción y sentimiento pueden ser confundidos con facilidad y, de hecho, incluso dentro del mundo de la psicología es frecuente que se utilicen como si fuesen sinónimos.
Sin embargo, algunos autores defienden la idea de que existen diferencias entre las emociones y los sentimientos y que, por tanto, son palabras utilizadas para etiquetar diferentes fenómenos mentales.
Distinguiendo la emoción y el sentimiento
Cuando hablamos sobre este tema es importante tener presente que existen diferentes teorías sobre la emoción, las cuales aportan explicaciones distintas acerca de cómo funciona nuestra faceta emocional y anímica y, desde la perspectiva de las neurociencias, acerca de cómo trabaja la parte del cerebro encargada de producir emociones: el sistema límbico.
Sin embargo, dentro de los autores e investigadores que separan los conceptos de sentimientos y emociones (como por ejemplo Antonio Damasio), hay cierto consenso a la hora de indicar en qué se diferencian.
En primer lugar, veamos de qué modo se definen estas dos palabras.
¿Qué es una emoción?
Una emoción es un conjunto de respuestas neuroquímicas y hormonales que nos predisponen a reaccionar de cierta manera ante un estímulo externo (como la visión de una araña) o interno (como un recuerdo acerca de los años de infancia).
En otras palabras es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia.
A lo largo de nuestra vida, nuestro cerebro no se limita a "memorizar datos", sino que también aprende ciertos modos en los que hay que reaccionar a esas experiencias. De algún modo, la información de lo que experimentamos va de la mano de la información acerca de cómo reaccionamos ante eso; no son dos clases de informaciones separadas.
Es por eso que, si aprendemos a asociar los insectos a las picaduras, cuando veamos uno tenderemos a experimentar la sensación del miedo: nuestro cuerpo habrá aprendido que, con esa información visual, esa es la reacción adecuada.
¿Qué es un sentimiento?
Un sentimiento es similar a una emoción y está muy relacionado con el sistema límbico, pero además de esta predisposición espontánea, incontrolable y automática, incluye la evaluación consciente que hacemos de esta experiencia.Es decir, que en un sentimiento hay una valoración consciente de la emoción y de la experiencia subjetiva en general.
Por ejemplo, si vemos una araña, seremos capaces de auto-examinar lo que sentimos y lo que pensamos en una situación así y reflexionar a qué otras experiencias nos recuerda esa situación, cuáles son las diferentes maneras en las que se puede reaccionar a ese estímulo, hasta qué punto es racional el asco o el miedo que sentimos, etc.
¿Cuál es la diferencia entre ambas?
Tal y como hemos visto, tanto las emociones como los sentimientos tienen que ver con algo irracional que tiene que ver con la manera subjetiva con la que experimentamos una situación. Ninguno de los dos fenómenos puede ser traducido en forma de palabras de manera fiel y sin dejarnos muchos matices en el tintero, y es la otra persona la que, haciendo un esfuerzo de empatía, debe construir en su mente y a partir de sus propias experiencias cómo nos debemos sentir.
Sin embargo, la diferencia fundamental entre la emoción y los sentimientos es que la primera es totalmente básica, primitiva y unidireccional (en el sentido de que es algo que aparece automáticamente al presentarse un estímulo) mientras que el sentimiento incluye la capacidad de pensar y reflexionar de manera consciente sobre lo que se siente y, por tanto, tiene que ver con la capacidad de pensar en términos abstractos y simbólicos.
Las obras de arte, por ejemplo, son la caracterización clásica de los sentimientos, porque son sublimaciones abstractas de las emociones. En un poema no hay solo emociones, sino que necesariamente debe haber también sentimiento, algo que permita expresar de manera simbólica lo que se siente.
Así pues, los sentimientos son bidireccionales, ya que hay algo que va desde los procesos mentales más básicos y primitivos hacia la consciencia, pero también hay algo que va desde la consciencia al modo en el que se valora y se experimenta esa situación de forma holística y global.
Ambos son inseparables
Y aquí viene una aparente paradoja: aunque los conceptos de sentimiento y emoción se refieren a cosas diferentes, a la práctica allí donde hay una emoción hay siempre un sentimiento (o varios). Los dos se presentan a la vez, y las palabras que utilizamos para separarlos conceptualmente solo existen en la teoría para permitirnos entender de un modo más preciso acerca de qué parte de la experiencia consciente estamos describiendo.
Del mismo modo en el que allí donde hay unos genes hay un entorno que influye en el modo en el que estos se expresan, emoción y sentimientos no pueden presentarse por separado (en el ser humano consciente y sano) y por consiguiente se solaparán. La distinción entre ambos es más virtual y teórica que material.
Es por eso que la diferencia entre sentimiento y emoción solo se utiliza porque resulta útil en ciertos casos y porque cada una de ellas podría explicar diferentes procesos neurológicos que funcionan en paralelo, no porque efectivamente podamos aislar un sentimiento y separarlo de la emoción con la que se presenta. En psicología y neurociencias, para bien y para mal, las cosas no resultan tan sencillas.
Fuente: por Arturo Torres para psicologiaymente.net
Cerciorémonos de nuestra humana situación. Estamos siempre en situaciones. Las situaciones cambian, las ocasiones se suceden. Si éstas no se aprovechan, no vuelven más. Puedo trabajar por hacer que cambie la situación. Pero hay situaciones por su esencia permanentes, aún cuando se altere su apariencia momentánea y se cubra de un velo su poder sobrecogedor: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de luchar, estoy sometido al acaso, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas situaciones fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones límites. Quiere decirse que son situaciones de las que no podemos salir y que no podemos alterar. La conciencia de estas situaciones límites es, después del asombro y de la duda, el origen, más profundo aún, de la filosofía. En la vida corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los ojos y haciendo como si no existieran. Olvidamos que tenemos que morir, olvidamos nuestro ser culpables y nuestro estar entregados al acaso. Entonces sólo tenemos que habérnoslas con las situaciones concretas, que manejamos a nuestro gusto y a las que reaccionamos actuando según planes en el mundo, impulsados por nuestros intereses vitales. A las situaciones límites reaccionamos, en cambio, ya velándolas, ya, cuando nos damos cuenta realmente de ellas, con la desesperación y la reconstitución: Llegamos a ser nosotros mismos en una transformación de la conciencia de nuestro ser.
JASPERS, K.: Einführung in die Philosophie
Extraído de: filosofiaylibros.wordpress.com
Hoy estaba pensando en la música, en lo importante que se convirtió para mí, la increíble manera que tiene nuestro cerebro de transformar la melodía, el ritmo y todo lo que la compone en sentimientos y emociones.
A cada estado anímico le tengo reservada una canción.
Recuerdo leer el por qué escuchamos temas tristes cuando estamos mal. La explicación consistía en que el cerebro lo toma como una forma de asimilar esa tristeza para recuperarnos lo más pronto posible.
La mayoría somos nostálgicos y simplemente es una forma de recordar y mantener vivo una parte de lo que experimentamos y fuimos. No importa si es pesaroso. Estar afligido nos hace humanos. Nada mejor que tomar lo mejor de las circunstancias transitadas. Digerirlo como una lección que nos haga fuertes e imparables. Cuanto vale la sensación de dominio y control sobre la propia vida, cuanto nos eleva y vuelve inteligentes entender que lamentablemente no tenemos el poder absoluto sobre la misma.
Voy a empezar a copiar y pegar algunos artículos de psicología/filosofía como lo estuve haciendo hace algunos días. Amo comprender los secretos de la mente humana, los mecanismos de defensa, la forma que tiene de desenvolverse en situaciones límites. Sin duda en ciertos casos creo que es la creación perfecta.
Mientras escribo esto escucho Alone in a room de Asking Alexandria en su versión acústica.
Lo que soy, lo que fui y lo que nunca volveré a ser.
A diferencia de lo que estuve leyendo no tuve miedo ni pánico, pero si una sensación de extrañeza inexplicable. Como si todo lo que compone el universo fuera una mentira o en todo caso como si la existencia fuera vista desde un punto de vista erróneo. Para mí lo que observaba en aquellos episodios era la verdadera realidad, algo que va mucho más allá de lo que cualquiera pueda comprender.
Trastorno de despersonalización: ¿quién soy yo realmente? por Francisco Pérez
“Mis pensamientos no parecen míos” “¿Quién soy yo” “No me reconozco en el espejo”. Este tipo de pensamientos se dan con frecuencia en personas con trastorno de despersonalización. Asimismo, se dan en personas que están sufriendo momentos de gran ansiedad.
La búsqueda de la propia identidad y de nuestro lugar en el mundo es una constante. Todos nos hemos preguntado alguna vez quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Es algo normal. Sin embargo, en el trastorno de despersonalización se da con mucha más frecuencia e intensidad.
¿Qué es la despersonalización?
El trastorno de despersonalización se caracteriza por episodios persistentes o recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas. Ahora bien, ¿qué es la despersonalización? Los episodios de despersonalización son momentos en los que aparece una sensación de irrealidad, extrañeza o un distanciamiento de uno mismo en general.
La persona con despersonalización puede sentirse independiente de todo su ser (p. ej., “no soy nadie”, “no tengo nada de mí”). La persona también puede sentirse subjetivamente separada de aspectos del yo. Esto puede incluir los sentimientos (p. ej., baja emocionalidad: “sé que tengo sentimientos pero no puedo sentirlos”).
Sentirse separado del yo también incluye sentir una separación con los propios pensamientos (p. ej., “tengo la cabeza llena de algodón”), partes del cuerpo, todo el cuerpo o sensaciones (p. ej., el tacto, la propiocepción, el hambre, la sed, la libido). También es frecuente que disminuya el sentido de realidad.
Por ejemplo, la persona experimenta una sensación robótica, como de un autómata, que carece de control para el propio habla o los movimientos. La experiencia de despersonalización a veces puede ser de un yo dividido, con una parte de observador y otra de participante. Esto se conoce como “experiencia fuera del cuerpo” cuando se da en su forma más extrema.
El síntoma unitario de “despersonalización” se compone de varios factores. Estos factores incluyen experiencias corporales anómalas (p. ej., la irrealidad del yo y alteraciones de la percepción), entumecimiento físico o emocional y distorsiones del tiempo con memoria subjetiva anómala.
¿Qué es la desrealización?
Los episodios de desrealización se caracterizan por una sensación de irrealidad o distanciamiento o no estar familiarizado con el mundo. La persona puede sentirse como en un sueño o una burbuja, como si existiese un velo o una pared de cristal entre ella y el mundo que le rodea.
El entorno puede verse como artificial, sin color o sin vida. La desrealización está acompañada normalmente por distorsiones visuales subjetivas. Estas pueden ser visión borrosa, agudeza visual aumentada, campo visual ampliado o reducido, bidimensionalidad o planitud, exageración de la tridimensionalidad… También pueden darse alteraciones en la distancia o tamaño de los objetos (p. ej., macropsia o micropsia).
La macropsia consiste en ver los objetos de un tamaño más grande de lo que realmente son. La micropsia, por su parte, consiste en todo lo contrario, es decir, vemos los objetos más pequeños de lo que son en realidad.
La desrealización también puede traducirse en distorsiones auditivas, silenciándose o acentuándose las voces o sonidos. Para realizar el diagnóstico de este trastorno se requiere la presencia de un malestar clínicamente significativo o un deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes.
Hay que dejar claro que, para que se diagnostique este trastorno, las alteraciones citadas con anterioridad no pueden ser fruto de la ingesta de drogas, medicamentos o de una enfermedad (como la epilepsia). Tampoco estas alteraciones deben ser un criterio de esquizofrenia, trastorno de pánico, depresión mayor, trastorno de estrés agudo o trastorno de estrés postraumático.
¿Qué otras características poseen las personas con trastorno de despersonalización/desrealización?
Las personas con trastorno de despersonalización/desrealización pueden tener dificultades para describir sus síntomas y pueden llegar a pensar que están locas o volviéndose locas. Otra experiencia frecuente es el temor a padecer un daño cerebral irreversible.
Un síntoma común es la alteración subjetiva del sentido del tiempo (p. ej., demasiado rápido, demasiado lento), así como una dificultad también subjetiva para recordar vívidamente las memorias del pasado y para ser dueño de las mismas.
Los síntomas corporales tenues, como la saturación de la cabeza, el hormigueo o la sensación de desmayo no son tampoco infrecuentes. Estas personas pueden sentir una preocupación obsesiva por si realmente existen o controlan sus percepciones para determinar si son reales.
Además, no es raro encontrar en las personas que sufren episodios de despersonalización diferentes grados de ansiedad o depresión. Algo curioso que se ha observado es que estas personas tienden a reaccionar fisiológicamente de forma más intensa a los estímulos emocionales. Estos cambios fisiológicos se dan por la activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, el lóbulo parietal inferior y los circuitos de la corteza prefrontal límbica.
¿Cómo se realiza el diagnóstico de trastorno de despersonalización/desrealización?
Según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V), la persona diagnosticada de trastorno de despersonalización/desrealización tiene que cumplir los siguientes criterios diagnósticos:
A. Presencia de experiencias persistentes o recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas:
Despersonalización: Experiencias de irrealidad, distanciamientos, o de ser un observador externo respecto a los pensamientos, sentimientos, las sensaciones, el cuerpo o las acciones de uno mismo.
Desrealización: Experiencias de irrealidad o distanciamiento respecto al entorno (p. ej., las personas o los objetos se experimentan como irreales, como en un sueño, nebulosos, sin vida o visualmente distorsionados).
B. Durante las experiencias de despersonalización o desrealización, las pruebas de realidad se mantienen intactas.
C. Los síntomas cursan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
D. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., droga, medicamento) u otra afección médica (p. ej., epilepsia).
E. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como la esquizofrenia, el trastorno de pánico, el trastorno de depresión mayor, el trastorno de estrés agudo, el trastorno de estrés postraumático u otro trastorno disociativo.
¿Cómo se desarrolla y cuál es el curso del trastorno de despersonalización/desrealización?
Como media, el trastorno de despersonalización/desrealización comienza a manifestarse a los 16 años, aunque el trastorno puede comenzar a principios o a mediados de la infancia. De hecho, la mayoría recuerda haber tenido síntomas ya en esta fase.
Más del 20% de los casos aparece después de los 20 años y sólo el 5% después de los 25. La aparición en la cuarta década de la vida o más tarde es muy inusual. El inicio puede ser extremadamente repentino o gradual. La duración de los episodios de despersonalización/desrealización puede variar ampliamente, desde breves (horas o días) hasta prolongados (semanas, meses o años).
Dada la rareza del inicio del trastorno después de los 40 años de edad, en estos casos pueden existir afecciones médicas subyacentes. Estas afecciones pueden ser lesiones en el cerebro, trastornos convulsivos o apnea del sueño.
El curso de la enfermedad es a menudo crónico. Mientras que en algunas personas la intensidad de los síntomas puede aumentar y disminuir considerablemente, otros refieren un nivel constante en su intensidad que, en los casos extremos, puede ser recurrente durante años o décadas. Por otro lado, el aumento de la intensidad de la sintomatología puede ser causada por el estrés, por el empeoramiento del humor o de los síntomas de ansiedad, por nuevas circunstancias estimulantes y por los factores físicos, como la iluminación o la falta de sueño.
Como siempre me gusta decir, no todas las personas que presenten algunos de estos síntomas van a desarrollar el trastorno. Ahora bien, si los citados síntomas están presentes la mayoría del tiempo e interfieren seriamente en tu vida cotidiana, puede ser necesario que acudas a un psicólogo especialista con el fin de que evalúe tu problema.
Fuente: lamenteesmaravillosa.com/trastorno-de-despersonalizacion-quien-soy-yo-realmente/
Por qué vos? por qué justo vos? si acaso no fue nada.
Será lo que pudo ser? serán las oportunidades desaprovechadas? aquel valor agregado de un conocimiento reconfortante que deja en evidencia la exclusividad?.
Me es imposible detener la imaginación, cortar la divagación de mi mente hacia lugares posibles y placenteros. Pienso entonces en el poder de la decisión, en la teoría del caos, el karma, la composición de sistemas en desarrollo. Como aquella pequeña configuración determina la adaptación a un mundo complejo.
Aunque a veces aparecen nombrados de forma indistinta. Lo cierto es que cada término esta hablando de una experiencia diferente. Por despersonalización hablamos de la sensación de extrañeza del Yo. Algunas frases para referirse a la despersonalización son:
“Es como si tu cuerpo y tu mente no te perteneciesen, de ahí por lo menos para mí lo de la despersonalización, no tengo ningún control sobre ello, por más que trate de relajarme y pensar en otra cosa, siento el cuerpo rarísimo….”
Otras descripciones documentadas son:
*Separado del cuerpo.
*Si hablo me oigo como por dentro.
*Irreal, extraño o raro.
*Como si salieras de tu cuerpo.
*Tengo la sensación que mis movimientos son como un robot, si giro la cabeza es como que la visión va en bloques.
Cuando hablamos de desrealización nos referimos a la percepción del mundo como algo irreal o extraño. Aparecen expresiones como:
“Me siento como mareado, con una sensación de desprotección, ya que en ese momento no soy capaz de pensar en nada más que en lo que me está pasando; me siento sin fuerzas, decaído y la recuerdo como uno de las peores sensaciones de mi agorafobia”
“Para mi esa sensación es como si todo lo estuviera viendo como una película, parece que lo estás viendo desde fuera, desde arriba, no sé. La visión no es normal, parece que oigo más de la cuenta y tengo la sensación que voy a dejar de entender…”
“Es como si se abriera una brecha entre mi mundo y el exterior ya que lo que percibo se aleja con esta sensación, es como si dejaras en cierto modo de ser “humano”. No digo que la realidad llegue a distorsionarse pero queda cerca (El Grito de Münch me recuerda mucho a lo que veo).
Otras descripciones documentadas son:
*Como en un sueño.
*Irreal, extraño raro.
*Como si pisaras el aire.
*Como si esto no fuera conmigo.
*Aparecen como síntomas de muchos trastornos, especialmente nos referimos a los trastornos de ansiedad. Sin embargo no tienen porque representar un indicio de patología. Ambas sensaciones pueden aparecer en personas que no tengan ninguna problemática, como parte de su continuo de conciencia.
Ambas pueden resultar muy molestas para las personas que los viven. Creando mucha confusión, e incluso dudas, acerca del estado de salud mental de la persona. Quienes padecen estos trastornos los suelen asociar al miedo a la locura, o a la perdida de control. Aunque como veremos, el peligro no esta en las sensaciones, sino en la forma de categorizarlas y juzgarlas.
Las sensaciones en si no son peligrosas, incluso algunos autores hablan de que puedan tener una función de defensa ante determinadas circunstancias. Por ejemplo ante situaciones limites, o ante catástrofes, las personas implicadas en esas circunstancias no suelen resaltar excesivas experiencias de pánico.
“Mi sensación de irrealidad surge en el mismo momento en el que me niego a aceptar la realidad. Os pondré un ejemplo: cuando en plena crisis de ansiedad no quiero que siga; cuando vi en directo como un avión se estrellaba contra la segunda torre gemela; o cuando tengo que enfrentarme a algo que esta totalmente fuera de mi control”.
Hasta ahora existe un mito, por el cual la colectividad, en este tipo de situaciones esta dominada por el miedo, y por el sálvese quien pueda, como defendía Le Bon en su “Psicología de las masas”. Por el contrario, muchas personas relatan que veían la situación como si fuese una película, como si no estuviesen allí. Ante situaciones en las que el psiquismo se ve desbordado, como puede ser la perdida de alguien querido, la desrealización provoca, por así decirlo un paréntesis, alejándonos de las emociones, para poder asimilar más adelante lo que ha pasado. De hecho el trastorno por despersonalización (que puede cursar independientemente del pánico y la agorafobia), esta clasificado en el DSM IV como trastorno disociativo. Y la disociación es un mecanismo de defensa. Que nadie se asuste con la introducción de este nuevo término.
“Me pasa cuando estoy en un grupo de gente y alguien está contando algo que se supone tienes que seguir con interés pues en un momento dado mi cabeza desconecta y empieza a ver todo raro”.
Todos en alguno momento determinado de nuestra vida, nos disociamos de una manera u otra. A veces hemos estado viendo durante horas la televisión, y apenas nos hemos enterado de lo que estaba pasando, o en otras de pronto nos estamos dando cuenta que nuestro interlocutor estaba hablando, y no le estábamos haciendo ni caso. A veces un acontecimiento has sido muy traumático, y no podemos recordar bien que era lo que había pasado. Nuestra mente se protege de esta manera de lo que cree que no puede asimilar emocionalmente.
El problema surge cuando nos asusta la aparición de estas percepciones. A menudo podemos llegar a un círculo cerrado. Ya que al asustarnos dichas sensaciones, estamos comprobando continuamente si están, o no están. Y efectivamente, si estamos pendientes de si nos pica una parte del cuerpo, encontraremos picor.
Con mis pacientes hipocondríacos hay una cosa que les suelo prohibir (aparte de buscar síntomas por Internet), y son los famosos medidores de tensión, que algunas personas tienen en sus casas. Lo curioso es que siempre inician una búsqueda, con el objetivo de tranquilizarse, y sin embargo cuanto mas buscan la tranquilidad, más motivos tienen para alterarse. Pongamos que se toman la tensión y les sale alta. Entonces se preocuparan. Sin embargo, si se toman la tensión, y esta se encuentra dentro de los valores normales. ¿Alguien cree que esta persona quedara tranquila?. Pues lo curioso es que se la volverán a tomar una y otra vez, hasta comprobar que la tienen alta efectivamente, y entonces si que se preocuparan.
Normalmente las personas a las que más les afecta estas percepciones son las que tienen un perfil controlador, y con tendencia a la rigidez. Son personas que tienden a intentar llevar un control sobre lo que les rodea. Muchas veces refieren miedo a la locura y a la pérdida de control, precisamente. La locura, y la muerte, son entendidas como las mayores perdidas de control. No es la irrealidad, o la despersonalización, las que provocan el pánico. Mas bien son los intentos por acotarlas, o la idea de que no pueden estar ahí, las que lo provocan.
Veamos algunos ejemplos de esto:
“Lo que más miedo me da es que eso se prolongue mucho y esté así toda la vida, pero se quita, uf….”
“Me daba miedo pensar que no iba a volver a estar yo dentro de la película, que me iba a quedar ahí”.
“Yo la he vivido como algo muy angustiante, porque intento controlarla y no puedo”
“No sabe uno donde se encuentra y quieres volver al presente y tu mente se bloquea por segundos..”.
A veces partimos de la idea equivocada de que podemos percibir el mundo siempre de la misma manera. Independientemente del estado de salud, del momento del día, o del estado emocional en que nos encontremos. El miedo en muchas personas es una resistencia al cambio. Y parece lógico concluir que nuestra conciencia y nuestra percepción se mueven. No somos los mismos que hace cinco minutos. Maslow definía el yo como un conjunto cambiante de percepciones. Asumir que uno esta vivo es asumir también el movimiento. Es como si esperásemos que la vida no latiera, ni se trasmutara. Pero no podemos obviar el latido.
Parece la eterna disputa entre Heraclito y Parmenides. Uno decía que no nos podíamos bañar dos veces en el mismo río, el otro que el agua del río era siempre las misma. Lo milagroso es que ocurren ambas cosas. Y aunque nuestra percepción nos enseña que el sol siempre sale por el este, nunca es el mismo sol. Así que ¿Qué es lo que resulta tan atemorizante del cambio?, me pregunto. ¿Qué es lo que realmente resulta terrorífico en estas sensaciones?.
Bajo mi punto de vista, en la desrealización, es la creencia de que en esa situación uno se halla incomunicado e impotente, como desconectado de lo que le rodea. Se siente terriblemente solo y aislado. La persona se siente alejada del mundo, y desprotegida. Es una especie de exilio involuntario.
“Tu estás ahí en medio rodeada de toda esa gente que parece que tiene un destino mientras que tú no tienes ningún destino,o todavía no lo has descubierto, y te gustaría contárselo a los demás…”
“Respecto a por qué me da miedo -pánico-, no sé decir una causa concreta. Si pienso que puede ser porque en el momento en el que se produce estoy débil, estoy a punto de sufrir un ataque de pánico, estoy lejos de casa, y es en ese momento cuando más necesito estar en contacto con el mundo, sentirme parte de él y, que te venga esta sensación es como llevarte al extremo opuesto donde me podría encontrar seguro”
En la despersonalización uno teme perder su identidad. Teme irse sin su cuerpo, desaparecer, dejar de ser solidó. Pero nunca olvidemos que estamos confundiendo el miedo a estar desconectados, con estar desconectados, y el miedo a perder la identidad con la perdida de la identidad. Y definitivamente, no es lo mismo. Es como confundir el miedo a la muerte con morirse. O el miedo a la parálisis con estar realmente paralizado.
Fuente: http://amadag.com/desrealizacion_y_despersonalizacion-html/
¿Por qué la nostalgia? ¿por qué recuerdos infinitos cruzan mi mente? ¿por qué siento el poder que desprendió mi existencia por aquellos tiempos donde nada importaba, donde los problemas no eran más que diminutos puntos irrelevantes en un todo incluso inferior?
Sentado en la plaza en compañía de amigos con el extra de ser escoltados por 4 personas. A día de hoy creo que terminaban de completar el circulo no por lo que significaban individualmente si no por la confianza que generaban dentro de mí.
Nosotros contra el mundo, nos elevábamos por encima de cualquiera y creo que hasta en un punto nos envidiaban.
Es verdad hay aun más, un por qué oculto que es difícil de explicar. Tal vez una presencia que rompía el esquema, tan silenciosa, tan misteriosa, inalcanzable quizás. El martillazo que hizo temblar mi mundo.
No podía permitirlo y fue así como la falta de convicción logró que todo se desvaneciera.
Duerme para recordar tus sueños, revívelos desde la fantasía. Verás que algún día comenzaras a disfrutar la existencia. Por más que tu corazón se haya escondido en un bosque de inmensa oscuridad y no deje de llorar.
Deja a la personas pasar a tu lado desinteresadas, que su empatía recorra lugares irrelevantes. No los despiertes de su ignorancia.
Ilusiónate de tus posibles creaciones. Recrea, elabora y decora el mundo a tu antojo. Ves aquel tipo de allá, borralo, borralo de tu mente. En ese pasillo siniestro coloca un poco de color, distribuye algunas ventanas entreabiertas que desborden con humo de cafés espumosos y de fondo sitúa risas placenteras, llenas de alegría.
No seas un extraño en el mundo es más agradable ser parte de él.