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Diario - 4 de Octubre de 2018 (2)

Posted by estebanlc_rock On jueves, 4 de octubre de 2018 0 comentarios

Mis tiempos están a destiempo.
Que despropósito de existencia.
Nadando contra la corriente, fuera de toda normalidad.
Apartado y excluido. Solo conectado de un hilo a la humanidad.

"Historia de una niña" por Germán A. Castillo

Posted by estebanlc_rock On lunes, 16 de julio de 2012 0 comentarios


Escrito realizado por mi hermano Germán, si quieren ver más de sus historias y otros contenidos oscuros dirigirse a http://tu-lado-oscuro.blogspot.com.ar/ 


"Historia de una niña" por Germán A.C. 


Ella era una niña, una linda niña de 7 años. A pesar de su corta edad podría decirse que era bastante inteligente en algunos aspectos, aunque claro está que, en esa etapa de la vida, es completamente razonable encontrarnos con que sean algo fastidiosos los niños cuando no obtiene lo que quieren.


Si bien la "normalidad" abrazaba la rutina de la familia, no podía decirse lo mismo de la niña. Al menos no desde cierto punto de vista particular… 


"La edad de la imaginación" expresaban y justificaban los padres a cada comportamiento, cada acción de las fantasías de ella.


Que tiene de anormal tener amigos imaginarios? cuidar bebes (muñecos de bebes), estar sola largo tiempo encerrada en la habitación cuando llovía tanto por esas fechas. Que tenía de anormal escucharla hablando sola, o a la hora de la comida quedarse viendo a un punto fijo distraídamente?. 


Y es que la vida de la niña había comenzado de a poco a ser más y más solitaria. Los padres debían trabajar largas horas en casos de abogados, con lo que tenían que asignarle la tarea de cuidado a una niñera sin vínculo aparente con la familia, quien no se molestaba tanto en darle todas las comodidades y atenciones (padres adinerados).

La niña tenía un mundo detrás, pueden quizás decir que lo entienden, sin embargo es algo muy olvidado ya por las personas más grandes, no es necesario mucho tiempo...


Todos contienen una historia, algunos mas dramáticas que otros, en donde la inocencia fue arrebatada. Desde ese momento dejas de ver y sentir algunas cosas, sin embargo, esto se lo atribuye a un conocimiento más “acorde” y cercano de la "realidad". La razón, la seriedad y la responsabilidad son parte del proceso de hacerse grande.


Así que... podría decirse que una energía extraña corría por su cuerpo de niña, deseando, anhelando, viviendo siempre con sensaciones extrañas y nuevas presentándoseles habitualmente. El mundo era un lugar tan desconocido, y cada objeto podía transformarse en lo que quisiera si no lo tenía, eso era tan mágico, tan especial que era placentero vivir en un cuento de hadas.


La asignación de valores, la desfiguración de las formas supuestas materiales.


Lo que un niño sabe es que no importa tanto lo de afuera... pero el grande pone límites a su mundo, tiene valores asignados preestablecidamente.


En un anochecer, los hechos se habían presentado normalmente en la casa de estilo victoriano de la calle Gorder de Murbreez, ciudad turística. Aunque dicha propiedad era una de las que estaba apartada de todo, justo donde comenzaba el bosque en uno de los extremos.


La niña después de un rico té fue a jugar con sus muñecos.


El cuarto lo esperaba siempre acomodadamente y con sus colores crema claro. La casita en miniatura en un rincón a la derecha, las muñecas de porcelana sentadas viendo en varias direcciones desde el mueble. Aquel mueble alto del que jamás llegaría hasta allí arriba, ni aunque utilizara una escalerita el doble de alto de lo que acostumbraba para tomar sus muñecas favoritas.


Ella se preguntaba entonces si se encontrarían bien en su eterno descanso aquellas de arriba, si se divertirían viéndola. Era extraño pero tenía una sensación de conocer hasta su mas mínimo detalle, y la posición en la que siempre estaban, pero a la vez eran tan desconocidas. Nunca había compartido la comida, nunca se habían sentado con ella, nunca habían jugado juntas.


Un espejo colgado a un metro del suelo a la izquierda justo después de la cama. Estos dos con detalles en madera en el marco, y en las patas y respaldo de la cama respectivamente. 


Tenía un buen espacio para jugar libremente en el suelo alfombrado, sin embargo las paredes estaban llenas de cosas, de todo tipo de decoración. Relojes (si, relojes), almohadas, muebles de diversas alturas, uno de ellos eran su encantador guardarropas, la silla mecedora en frente del ventanal, la mesita con las tacitas, y su cajón de juguetes.


Cuando uno es niño y le muestran por primera vez algo así, el niño piensa como si se estuviera tratando de un cofre de tesoros de los piratas, a partir de ese momento, siempre hay una alegría, una felicidad tan vivida, una exaltación tan especial cada vez que sabe que tiene que ir a jugar con algo de allí adentro.


Cada cosa que haya guardada, que este contenido en él, tiene un valor especial, y aunque nunca vayan a jugar con algo, se molestarían demasiado si faltara dicho juguete. Podría mencionarse un ejemplo cuando la madre casi tira el muñequito de trapo, con ojos de botones que le había hecho la abuela, estuvo días sin hablarle.


Después de unos 10 minutos de estar sentada con su vestidito blanco junto a dos muñecas de porcelana, cerca de la casa en miniatura, ella noto que la lámpara de pie, adornada con un angelito de madera, estaba dada vuelta de manera que el angelito no la veía. Le pareció raro pues nunca había pasado eso. Se molesto con la niñera por haber entrado en su habitación, eso no era necesario. La madre se encargaba de acomodarla especialmente para ella desde que tenía memoria. Por ese motivo parecía contener una perspectiva protectora y detallista en exceso para con el cuarto al igual que su madre. La herencia no siempre esta exenta de esos comportamientos.


La noche se acerco más rápidamente de lo previsto. Le pareció que era tiempo de que sus padres llegaran, pero no lo hacían. Aunque no le molesto en lo absoluto ya que significaba un ratito más antes de irse a dormir.


La niña se empezó a extrañar, quizás sus padres tuvieron un retraso por algún motivo. Bajo las escaleras pensando en preguntarle a la niñera si sabía algo. Se asomo a la cocina y no estaba. Para colmo ningún ruido había mas que sus pisadas. 


Paso por los cuartos del pasillo y volvió sobre el que tenia la puerta entreabierta, ya que el efecto de entender que allí estaba fue retardado.


La niñera estaba sentada en un sillón, era el sillón del padre. Se encontraba viendo un libro grande del estante. Pero en plena oscuridad, solo la luz de la luna iluminaba, asomándose entre la única ventana con las cortinas danzando de forma fantasmal. Esta imagen, la niñera casi de espaldas leyendo un libro en plena oscuridad, le dio miedo y se dispuso no molestarla.


Subió a su cuarto entristecida. No tenía mucho que hacer, por suerte no tenía hambre. Lo que más quería era que la madre le leyera un cuento y descansar pensando en él, ya estaba cansada.


Una rama choco contra la ventana lo que la sacó de su ensueño. Pero luego se dio cuenta de que aquel ruido no era producto de una rama. Una sombra apareció en la ventana sorprendiéndola y se desplazo hasta adentro hasta quedar frente a ella a unos metros.


Al parecer era una persona ya que se distinguía la forma humana, estaba parado de manera totalmente erguida y rígida con las manos pegadas al cuerpo, a no ser que no tenga manos. "Un hombre" pensó la niña al divisar su cabeza sin cabellos largos, como acostumbraban las mujeres.

-Hola que quieres?-


(las gotas de la lluvia fueron el único ruido que se escucho) 


-Ya sé- prosiguió la niña...


-Quieres jugar- y una sonrisa inocente se le dibujo en su cara.


Entonces fue corriendo a su cajón de juguetes y tomo a Rissy, el muñequito de trapo con ojos de botones y una feliz sonrisa cocida. Se asomo a la figura y se lo extendió con sus manitos para que lo tomara, mientras la expectación de que aceptara la desbordaba.


Pero la invitación no pareció satisfacer a aquel hombre, entonces volvió al cajón pensando en qué era lo que podría gustarle.


Después de unos intentos en vano, el hombre tenía alrededor de 56 muñecos y muñecas tirados a sus pies. Todos ofrecidos tan insistentemente como el primero.


Al ver que no quería jugar le dijo... 


-Bueno al menos siéntate, podemos conversar y hacernos amigos- la voz aguda hacia contraste con la escena.


Agarro a Mely, la ubico en el suelo, y acerco la silla detrás de aquella sombra para que se sentara...


Ella por su parte también se sento en una, esta vez muy cerca. 


Entonces la figura se sentó tranquilamente después de ella... 


-Bueno quien sos? Yo soy Camy- Su nombre fue la palabra que más se enfatizo, el tono de su voz era totalmente despreocupado, cálido y con diversión.


Al ver que no respondía examino aquella figura más detenidamente.


-Perdón, veo que eres nena. Apenas vi tu vestido (la sombra parecía ser procedente de una mujer que sostenía firmemente con sus manos los pliegues de un vestido), solo que… las nenas tiene pelo largo… Por qué no tenés pelo?- Expuso curiosamente 


-te paso algo?- 


 -Sos tímida, no te preocupes, yo también lo soy.- Su gesto corporal acompaño claramente lo dicho, viendo levemente hacia abajo, encogiendo sus hombros y balanceando sus pies. -Pero tenía tantas ganas de conocer a alguien con quien jugar. Quizás si nos hacemos amiguitas puedas venir cada día a mi casa a jugar-


-Por qué tenes los dedos así, taan largos?- La figura coloco sus manos sobre las rodillas.


-Y esas uñas son raras... mi mamá las tiene largas, pero no tanto como las tuyas, ni tan dobladas-


El silencio pareció extenderse por un momento.


-Oh perdón, no te invite nada, ahí te traigo el té-


Corrió la mesita hasta los pies de la sombra, se escucho un mínimo arrastre y le mostro por largos segundos una tacita vacía que recogió del suelo. 


La sombra inclino hacia un costado su cabeza, en lo que pareció un gesto de asombro, y tomo la tacita, la cual se acercaba de vez en cuando en donde sea que este su boca.


La niña se puso feliz porque le haya aceptado algo.


Aguanto, pero no pudo dejar de interrumpirla en sus sorbos.


-Debe sentirse sola… como yo, por eso vino-


Cuando dijo esto la sombra dejo caer la tacita de plástico que hizo ruido.


La casa estaba tan silenciosa que hasta el sonido más leve parecía un ruido.


Un exhalo se le escapo a Camy


-Perdón dije algo malo no?- Se puso nerviosa.


La puerta de la entrada hizo el sonido característico.. 


-Son mis padres- 


-Vete antes de que te vean, me van a retar.. puedes venir todos los días-


La figura se levanto y fue hasta la ventana. 


-Tene cuidado no te vayas a caer, es muy alto- le aconsejo


Miro fijamente adoptando posiciones extrañas a la sombra, mientras se escurría por la ventana. 


Giro por sobre sus hombros y su madre estaba entrando al cuarto.


-Pero Camy... por qué tenés la ventana abierta?-
Su madre cerro la ventana, consecutivamente la llevo a dormir. 


 Al día siguiente Camy espero la hora de la llegada ansiosa. Pero nadie llego.


La noche recién comenzaba y ya era muy larga. Le contaron una historia y la acostaron. Antes de apagar la luz del velador junto a su cama de princesita, no evito echar un quejido viendo hacia la ventana.


Cuando aparto su vista resignada, diviso como dicen, por el rabillo del ojo, aquellas manos largas y con uñas dobladas detrás de las cortinas. Entonces sonrió alegre y apago la luz.

"La máscara de mi padre" (Cuento) - por Joe Hill

Posted by estebanlc_rock On lunes, 19 de marzo de 2012 0 comentarios

Trata de un niño llamado Jack que con su familia van a pasar un fin de semana a la cabaña del abuelo recién muerto en Big Cat Lake. Por el camino la madre y el padre se ponen a jugar a escaparse de los monstruos de la baraja de cartas. Una vez en la casa de campo se encuentran con un montón de mascaras. Como divertimento se ponen algunas. En el transcurso de su estadía Jack se encuentra envuelto en un juego siniestro que ni el sabe que está jugando y mucho menos de qué se trata y sus consecuencias. Luego en su vuelta a casa el juego se vuelve un poco más extraño, el niño se ve obligado a olvidar que su padre estuvo con ellos…




Click aquí para leer el relato completo

"El corazón delator" por Edgar Allan Poe

Posted by estebanlc_rock On lunes, 10 de octubre de 2011 0 comentarios


¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo.

Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

"Casa tomada" por Julio Cortázar

Posted by estebanlc_rock On domingo, 9 de octubre de 2011 0 comentarios



Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la mas ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y como nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejo casarnos. Irene rechazo dos pretendientes sin mayor motivo, a mi se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No se porque tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mi, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina. Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mi se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte mas retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte mas retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo mas estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble como se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tire contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

-No está aquí.

Y era una cosa mas de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerza, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba mas tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papa, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos mas alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamo la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían mas fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.

-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.


Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.  


"La sustancia" por Esteban Castillo

Posted by estebanlc_rock On jueves, 29 de septiembre de 2011 0 comentarios



Después de mucho tiempo me propuse escribir para mi sección “escritos”.
La inspiración es algo que no se tiene todos los días, al menos yo no escribo por el simple hecho de escribir, se tiene que instalar en mi mente una idea y de allí desarrollar el concepto.
Últimamente soy muy exigente a la hora de que concluya con sentido, que se pueda leer bien y que al menos suene agradable a los oídos. El sistema de puntuación y las palabras repetidas es algo que me interesa perfeccionar. Intento hacer las cosas bien y deseo que se note.
Espero que les guste.


La sustancia


Desde lejos observaba una sustancia. Al principio era clara como el agua, los rayos del sol la atravesaban.
Su brillo le daba un aire de pureza inconfundible y no sé por qué pero me hacia sonreír. Muy lentamente, con el paso de un tiempo agonizante esa sustancia fue tornándose oscura, tan oscura que ya ni siquiera reflejaba cosa alguna, todo lo que advertí en ella era un vacío absoluto. Poco a poco comencé a mimetizarme con ella, su profundidad era increíble, la eternidad que albergaba la hacia especial.
Mis ojos se abrieron como nunca antes y el tiempo se detuvo, arriba de aquel líquido una última gota que completaría su consistencia. Entonces… el día se nublo, los segundos se hicieron horas y aquella gota siguió su rumbo. Un destino incierto se hallaba al asecho. Con la convicción firme corrí hacia la sustancia, sabía que estaba lejos pero fue solo cuestión de un pestañeo para que aquel camino de metros se convirtiese en algo de kilómetros.

Mi cuerpo sintió un desespero, mi corazón se agitó, mis piernas flojearon pero seguí corriendo. El viento logro un lagrimeo intenso en mis ojos. Supe entonces que aquel instante era crucial en mi vida.
Mis oídos se taparon por la presión del momento. Al menos no escuchaba nada, esa era mi impresión, o a lo sumo no había tiempo para contemplar el sonido ambiente que se realizaba en aquel instante.
A primera instancia note un cansancio tremendo, debía hacer el doble de fuerza para mover mis piernas, pero unos segundos después ya no distinguía el agotamiento de mi cuerpo.

Una sensación cruzo por mi mente como un rayo devastador. Caí al piso de rodillas y comenzó una sucesión de flashbacks. Risas, llantos y momentos de paz a los cuales nunca les di una importancia mayor hasta ese momento. Yo viajando en el tren mirando por la ventanilla un día soleado quien sabe pensando en qué. Me levante de golpe y continué mi camino a toda prisa, todavía tenía la esperanza de que algo o alguien detuviese el tiempo para utilizarlo a mi favor. Pero esta vez deje de observar la sustancia, mi mirada se dirigió al piso, como no queriendo aceptar la realidad, pues, ya era demasiado tarde.
En seguida la tensión de la situación me obligo a ver hacia el frente, aquella gota realizaba su trayectoria muy lentamente. Entonces mi cuerpo se activo como un acto reflejo. Me precipité velozmente y me estire para detener su curso. La gota alcanzo la palma de mi mano y se expandió cubriendo todo mi cuerpo como si se tratase de una enredadera o una telaraña.

Había presenciado un acto irreal. ¿Como era posible que aquella pequeña gota saque extensiones simulando ser un ser vivo que ejecuta una acción a conciencia?.
Mi organismo empezó a fallar advertí dolor y sufrimiento en cada miembro de mi cuerpo. Pero estas dolencias iban mas allá, mi mente y alma también estaban corrompidas. Fue entonces cuando supe que moriría en pocos segundos.

Al menos me quedaba una alegría pues cada momento feliz que había pasado era aniquilado por la oscuridad. Parecían concluir con circunstancias trágicas que prefiero no nombrar.
Esa alegría no lograba entenderla muy bien, pero inexplicablemente sabía que había salvado algo demasiado importante. Tal vez aquella sustancia representaba otra cosa más allá de una simple sustancia. Tal vez era el cariño acumulado de mis seres queridos, o tal vez el amor incondicional de mi amada no lo sé. Lo que si sé y estoy seguro es que la salve de su destrucción, el momento posterior me dio la razón, vislumbre la aclaración del líquido. Otra vez la sustancia reflejaba pureza, su transparencia le daba un brillo particular.
Las nubes se abrieron, el sol salió y comencé a cerrar los ojos.

De pronto un viento repentino inundo la escena, distinguí la fría brisa de otoño por mis mejillas. El recipiente que contenía la sustancia callo al piso y el líquido se desparramo hacia mi presencia, al conectar con mi cuerpo todo el dolor se desvaneció. Desde ese momento hasta hoy en día, siempre me pongo a pensar en aquel instante en el que casi pierdo la vida, en ese instante en que la salve de un destino incierto. Porque ahora entiendo que esa sustancia era algo más que mi felicidad, era algo más que cariño acumulado, era más que una energía poderosamente atrayente, era mi vida entera.
Parece sacado de la fantasía de un niño de 7 años pero se que fue real, soy una prueba viviente de que así fue.
El momento quedara grabado por siempre en la eternidad de mi ser.

Feliz día de San Valentín!!!

Posted by estebanlc_rock On lunes, 14 de febrero de 2011 0 comentarios


Es difícil confiar, lo se, por el modo como vienen ocurriendo las cosas en este mundo. Depositar toda la esperanza en una persona, entregarte por completo sin miedo a perder, tener la ilusión de que todo lo vivido no se vaya al demonio, se que es complicado.
Solo quiero que sepas, que mi orgullo y mi miedo este día no importan en lo más mínimo, no valen nada, no tienen punto de comparación con lo que pasamos juntos. Lo opaca a tal nivel que el dolor que se pueda generar pierde la existencia.
Por eso todos los momentos y emociones que en este preciso instante se entrecruzan en mi cabeza forman una sola idea, una sola persona, una sola presencia y sabes que sos vos.  

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Si tuviese la oportunidad de que me concedan un deseo, tan solo… un deseo, pediría estar a tu lado por siempre... no lo dudaría ni un instante.

El Horror de Dunwich (by Howard Phillips Lovecraft)

Posted by estebanlc_rock On lunes, 22 de noviembre de 2010 0 comentarios

 El horror de Dunwich es un relato corto escrito por H. P. Lovecraft en 1928 y publicada por Weird Tales en marzo de 1929. Transcurre en el pueblo ficticio de Dunwich, Massachusetts. Se lo considera una de las obras principales de los Mitos de Cthulhu.

Acontinuación les dejo un enlace con el relato en cuestión.
Primero encontrarán una reseña biográfica de Howard Phillips Lovecraft y despúes "El horror de Dunwich".
Saludos ;)




http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Lovecraft/Lovecraft_Cuentos.htm

Un Sueño dentro de un Sueño (by Edgar Allan Poe)

Posted by estebanlc_rock On 0 comentarios

Esta traducción no es tal cual, es una adaptación para que las palabras suenen mejor en castellano. Aclarado esto les dejo un pequeño poema de el famoso escritor estadounidense.


Recibe en la frente este beso,
y por librarme de un peso antes de partir
cofiezo que acertaste si creias
que han sido un sueño mis días
pero es acaso menos grave
que la esperanza se avabe
de noche o a pleno sol
con o sin una visión
hasta nuestro último empeño
es solo un sueño en un sueño

Me encuentro en la costa fría que agita la mar bravia
oprimiendo entre mis manos
como arena oro en granos...
que pocos son... y allí mismo
de mis dedos al abismo
 se desliza mi tesoro
mientras lloro, mientras lloro!
 evitare oh dios! su suerte
oprimiendolos más fuerte
del vacio despiadado ni uno solo habré salvado
cuanto hay de grande o pequeño
solo es un sueño en un sueño?

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Ahora les dejo el mismo poema, pero la traducción es un poco mas exacta.

¡Toma este beso sobre tu frente!
Y, me despido de ti ahora,
No queda nada por confesar.
No se equivoca quien estima
Que mis días han sido un sueño;
Aún si la esperanza ha volado
En una noche, o en un día,
En una visión, o en ninguna,
¿Es por ello menor la partida?
Todo lo que vemos o imaginamos
Es sólo un sueño dentro de un sueño.

Me paro entre el bramido
De una costa atormentada por las olas,
Y sostengo en mi mano
Granos de la dorada arena.
¡Qué pocos! Sin embargo como se arrastran
Entre mis dedos hacia lo profundo,
Mientras lloro, ¡Mientras lloro!
¡Oh, Dios! ¿No puedo aferrarlos
Con más fuerza?
¡Oh, Dios! ¿No puedo salvar
Uno de la implacable marea?
¿Es todo lo que vemos o imaginamos
Un sueño dentro de un sueño?



Frase de "La llamada de Cthulhu" (by Howard Phillips Lovecraft)

Posted by estebanlc_rock On 0 comentarios


No hay en el mundo fortuna mayor, creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes. Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz, refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas.

H.P.L

Nemesis (by H.P. Lovecraft)

Posted by estebanlc_rock On lunes, 15 de noviembre de 2010 0 comentarios


A través de las puertas del sueño custodiadas por los ghules,
Más allá de los abismos de la noche iluminados por la pálida luna,
He vivido mis vidas sin número,
He sondeado todas las cosas con mi mirada;
Y me debato y grito cuando rompe la aurora, y me siento
Arrastrado con horror a la locura.

He flotado con la tierra en el amanecer de los tiempos,
Cuando el cielo no era más que una llama vaporosa;
He visto bostezar al oscuro universo,
Donde los negros planetas giran sin objeto,
Donde los negros planetas giran en un sordo horror,
Sin conocimiento, sin gloria, sin nombre.

He vagado a la deriva sobre océanos sin límite,
Bajo cielos siniestros cubiertos de nubes grises
Que los relámpagos desgarran en múltiples zigzags,
Que resuenan con histéricos alaridos,
Con gemidos de demonios invisibles
Que surgen de las aguas verdosas.

Me he lanzado como un ciervo a través de la bóveda
De la inmemorial espesura originaria,
Donde los robles sienten la presencia que avanza
Y acecha allá donde ningún espíritu osa aventurarse,
Y huyo de algo que me rodea y sonríe obscenamente
Entre las ramas que se extienden en lo alto.

He deambulado por montañas horadadas de cavernas
Que surgen estériles y desoladas en la llanura,
He bebido en fuentes emponzoñadas de ranas
Que fluyen mansamente hacia el mar y las marismas;
Y en ardientes y execrables ciénagas he visto cosas
Que me guardaré de no volver a ver.

He contemplado el inmenso palacio cubierto de hiedra,
He hollado sus estancias deshabitadas,
Donde la luna se eleva por encima de los valles
E ilumina las criaturas estampadas en los tapices de los muros;
Extrañas figuras entretejidas de forma incongruente
Que no soporto recordar.

Sumido en el asombro, he escrutado desde los ventanales
Las macilentas praderas del entorno,
El pueblo de múltiples tejados abatido
Por la maldición de una tierra ceñida de sepulcros;
Y desde la hilera de las blancas urnas de mármol persigo
Ansiosamente la erupción de un sonido.

He frecuentado las tumbas de los siglos,
En brazos del miedo he sido transportado
Allá donde se desencadena el vómito de humo del Erebo;
Donde las altas cumbres se ciernen nevadas y sombrías,
Y en reinos donde el sol del desierto consume
Aquello que jamás volverá a animarse.

Yo era viejo cuando los primeros Faraones ascendieron
Al trono engalanado de gemas a orillas del Nilo;
Yo era viejo en aquellas épocas incalculables,
Cuando yo, sólo yo, era astuto;
Y el Hombre, todavía no corrompido y feliz, moraba
En la gloria de la lejana isla del Ártico.

Oh, grande fue el pecado de mi espíritu,
Y grande es la duración de su condena;
La piedad del cielo no puede reconfortarle,
Ni encontrar reposo en la tumba:
Los eones infinitos se precipitan batiendo las alas
De las despiadadas tinieblas.

A través de las puertas del sueño custodiadas por los gules,
Más allá de los abismos de la noche iluminados por la pálida luna,
He vivido mis vidas sin número,
He sondeado todas las cosas con mi mirada;
Y me debato y grito cuando rompe la aurora, y me siento
Arrastrado con horror a la locura.

¿Deseas qué te amen? (by Edgar Allan Poe)

Posted by estebanlc_rock On 0 comentarios


¿Deseas que te amen?
Nunca pierdas, entonces,
el rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser,
y aquello que simulas, jamás serás.
Así, en el mundo, tu modo sutil,
tu gracia, tu bellísimo ser,
serán objeto de elogio sin fin
y el Amor... un sencillo deber.

Espíritus de Los Muertos (by Edgar Allan Poe)

Posted by estebanlc_rock On 0 comentarios


Tu alma, sobre la tumba de piedra gris
a solas yacerá con sombríos pensamientos;
Nadie, en toda esa intimidad, penetrará
en la delgada hora de tu Secreto,

Sé silencioso en esa quietud,
la cual no es Soledad, ya que
Los Espíritus de los Muertos,
quienes te precedieron en la Vida,
en la Muerte te rodearán,
y con Sombras, tu quietud enlazarán;

La Noche, tan clara, se oscurecerá,
y las estrellas nos arrebatarán su brillo
desde sus altos tronos en el Cielo,
con su luz de esperanza para los mortales,
pero sus esferas rojas, apagadas,
en tu hastío tendrán la forma de Fiebre y Llamas,
y te reclamarán para siempre.

Ahora son pensamientos que no desterrarás,
Ahora son visiones casi desvaneciéndose;
De tu Espíritu no pasarán jamás,
como la gota de rocío muere sobre la hierba

La brisa, aliento de Dios, es inmóvil,
y la niebla sobre la colina
Sombría, sombría, y a la vez intocable,
Es una Señal y un Símbolo.
¡Cómo se extiende sobre los árboles,
Misterio de Misterios!

"No soy lo que crees" por mí

Posted by estebanlc_rock On lunes, 8 de noviembre de 2010 0 comentarios



Tic...toc....tic....toc
El tiempo empezó a correr....
un juego comenzooo...
Tic...toc....tic....toc
y quiero que sepas algo
antes de que todo esto acabee...
Tic...toc....tic....toc
soy tu peor pesadilla,
soy el rostro detrás de mil mascaras,
soy la sombra que asecha a tus espaldas
Como un asesino serial esperando a realizar su próxima baja.
soy aquel amigo traicionero que te clavara un puñal por detrás
y lo mejor de todo... es que lo amas.
Soy la oscuridad de la noche
tus miedos y dolores.
Tic...toc....tic....toc
el tiempo se acaba, apúrateee!!!
Tic...toc....tic....toc!!!
Es graciosoo....simplemente,
anticipo tus jugadas
tus movimientos son tan predecibles
que me dan carcajadas.
pagaras tus errores cometidos.
Tic...toc....tic....toc
Quiero que sepas también...
que cada uno ocupa un lugar en el espacio
no literalmente sino por esencia.
Los privilegios deben ganarse
mas allá de que tengas impaciencia
es imposible chasquear los dedos y mirar
desde la sima de la montaña,
es imposible desplazar el sol con la mirada.
pregúntate que lugar te toca en el mundo y te darás cuenta
que no eres nada. Tic...toc!!!!!....tic....toc!!!!!
Debo tenerte lastima?
oh no claro que no!!
Reír es lo que deseo
reír es lo que estoy haciendo
Tic...toc....tic....toc
Por fin debo decir amigo mío
que jamás me he rendido
cada circunstancia que viví contigo
es un momento en el cual he sufridooo.
Y cada sentimiento agradable, de mí hacia ti
que paso por mi cabeza
ha sido cambiado por el dolor y la tormenta
Por eso no tengo mas remedio que humillarte y sentenciarte
Un acto del cual no me arrepiento ni de las más minima parte.

Esteban.L.C



"Un nuevo despertar" por Germán. C

Posted by estebanlc_rock On jueves, 4 de noviembre de 2010 0 comentarios


Pensando en su triste realidad
el se encontraba rendido…

Suplicando alcanzar una conciencia
que lo torne todo distinto

se sentía tan frágil
como si la materia
constituida por todos sus tejidos
músculos y huesos
no pudieran aguantar
la verdadera carga de todo su pesar
la verdadera carga de sus pensamientos

Y el peso se extendía
en contraposición
del vacío que sentía en su interior

Que irónico pensaba
como el vacío
puede pesar tanto?

y su pensamiento fue dejando lugar
a un intolerable desprecio y fracaso
hacia las respuestas inconclusas
hasta alcanzar el umbral del silencio

la debilidad de su cuerpo
ahora era aumentada por la de su alma
y ese ser perdido entre los abismos
no quería salir de allí
encontrando tan terribles designios
---
No hay razón..
No hay respuestas…
No hay nada......................

"Solo el dolor
solo mi sufrimiento"


Inmovilizado se quedo
tal vez solo segundos
o quizás horas
tirado como un desdichado
sentado contra la pared

Y mientras pasaba el tiempo
su pensamiento se fue tornando
hacia formas mas definidas
y menos tormentosas
producto de un comienzo de la calma..

"El tiempo" pensó..
la mejor manera de imaginárselo era
através de un reloj de arena
el tiempo se escurre, se escabulle y se escapa
por un agujero pequeño.. por una herida..
y se vierte en un espacio
dejando los demás espacios vacíos..

"El tiempo... me fue dejando vacío…"

Se quedo nadando entre sus adentros
una oscura nostalgia
cubría los dominios de unas
paredes puestas en algún lugar
de esa extraña estructura interior
como una neblina, como un humo denso
que aparece a veces en los paisajes.
"Si me siento tan vacío
es porque antes hubo algo…"
no es que se haya escapado fuera
solo tal vez, se escondió mas profundo
y ahí se le vino la duda
de cuan lejos podía llegar
si inspeccionaba dentro de sí

Pensó en un probable infinito
y luego como una ráfaga de viento
volvió en conciencia
y reempezó el dictado de su definición
"que es el infinito? y como puede estar dentro de mi?"
pensó en que el infinito era un espacio sin fin
pero que incluso puede estar comprendido solo en un par de centímetros
como si dentro de su pequeño cráneo hubiese un agujero
que lo llevase a otro plano dentro del universo
donde la inmensidad de las estrellas lejanas salpicaban un contorno
aterradoramente inmenso y resplandeciente… pero con una oscuridad
tan imponente que lo rodea todo..

Miro por la ventana que tenia delante y sus ojos brillaron intensamente
al descubrir el fulgor de las estrellas… viajó por los planetas, las galaxias y los sistemas…
como si de un viaje astral se tratase y luego volvió a su cuerpo mas esperanzado
luego siguió su curso y en vez de detenerse se infiltro mas dentro y descubrió
el mundo detrás de su persona… tal vez, "haya un mundo detrás de todas las cosas"
volvió en su punto intermedio donde retomo el control de sus movimientos y con un
choro de energía como una onda expansiva ordeno el levantamiento de su peso..........

Germán.C.

"Un instante" por E.L.C

Posted by estebanlc_rock On 0 comentarios




Es hermoso detener el tiempo en un instante, desconectarse del mundo, y apartar los problemas a lo más profundo y oscuro de la mente. Observar la blanca nieve y su reflejo del sol como si fuesen cristales molidos junto a un cielo resplandeciente, azulado hermoso y vivo. Los árboles dándole aun más color al paisaje, naturalizándolo, decorándolo, el sonido de los pájaros que se armoniza con el viento, volviéndose música para los oídos, esa música que logra encantarnos. Allá a lo lejos un río que logra cautivar la mirada, con su movimiento constante y calmado. Todo se transforma en un entorno maravilloso que nos complementa y se nos adentra en el alma, formado un bello instante de nuestras vidas, haciendo un quiebre inesperado, trayéndonos paz y armonía.
Esos momentos de soledad, son los que mas disfruta el cuerpo, mente y alma de un ser humano. Son necesarios y para mi gusto hasta imprescindibles. Alcanzar la plenitud es un acto que debe realizarse en tiempo y forma y luego lograr una constancia, una especie de rutina ritual para fortalecer cada aspecto individual de nuestra persona. Es algo que me gusta pensar y que muy de vez en cuando pongo en practica, cuando consigo que mi mente opaque cada problema actual y lo altere en algo minúsculo. Solo aquellos que pueden realizar lo antes mencionado son aquellos que observan la vida de otra manera, es fundamental no menospreciar el valor de un instante porque ese instante puede ser único, puede volvernos a la vida. 

"El chico, la plaza y el sueño" por mi

Posted by estebanlc_rock On jueves, 21 de octubre de 2010 0 comentarios


Bajo la mirada perdida de un cielo nublado, se observaba allá a lo lejos una pareja sentada en un banco. Comienzo a acercarme y logro ver que el chico tomaba la mano de su amada, consecutivamente cabizbajo empezó a llorar. Las lagrimas se deslizaban por su perfecta cara sin dejar espacio entre lagrima y lagrima, y todo hacia ver que no se iba a poder contener, aquel chico estaba deshecho. Mire a mi alrededor y me di cuenta que me hallaba en una plaza, como no iba a conocerla?, allí pasaba mi tiempo a solas, reflexionando sobre la vida, tranquilizando las penas de mi interior, gastando el tiempo en un acto desesperado de desolación, aquella era "mi plaza" al menos así lo sentía. La gente me veía caminar todos los días por ahí, con mi rostro hinchado de tanto llorar, con la mirada perdida de no saber que rumbo tomar.
Me senté en un banco que se encontraba al lado de la pareja y me propuse a escuchar.
- Euge por favor toma con fuerza mi mano, acaso no te gusto?
- Si me gustas Ema pero no te entiendo... por qué lo sientes tan necesario?
- Yo estoy enamorado de ti, me desvivo por ti, cada vez  que te veo siento un puntada en mi pecho, siento que debo protegerte, que tengo que estar a tu lado. Haces como si nada hubiese pasado, y yo estoy aquí llorando por ti, es poco motivo para que me consueles?
- Tu no me entiendes, si serias más despierto te darías cuenta que nos están observando...

Puse cara de pánico, como sabría aquella chica que estaba escuchando su conversación? Pierdo mi mirada simulando estar en mi mundo en mis cosas y sigo escuchando

-...Mi tío nos esta observando, acaso quieres que me castiguen?
- Tuuuuuu.....yoooo....yo lloro por ti y tu te fijas en eso?
- Ema no hay caso no lo entiendes. Que raro... antes no eras así...yo me largo de aquí.

La chica se levanta y se va de la plaza, mientras que el chico aun llorando se queda un rato sentado. Podía sentir lo que él sentía pues yo también estaba pasando por una relación complicada.

Luego de media hora sin consuelo el chico se levanta, mira a su izquierda....era donde yo me encontraba!!!!!... fija su mirada en mi mirada y sonríe en un gesto de complicidad, al instante se desploma en el piso...yoooo comienzo a sentirme mareado, intento agarrarme de algo, pero no hay caso, caigo al piso y me desmayo... 

Me despierto en mi cama y no lograba entender lo que había ocurrido, había sido tan real.... me dirigí hacia la ventana, era un día nublado sin embargo hermoso, las hojas de los árboles revoloteaban en el viento, era otoño. De pronto una sensación de incomodidad se instala en mi cuerpo, sentía la necesidad de ir a aquella plaza.... "mi plaza".... me vestí deprisa y salí corriendo. A medida que me acercaba al lugar note que no era un día común y corriente, la genteee...... ¿donde demonios se había metido la gente? no había nadie por las calles, al instante sentí depresión y angustia, ya no parecía tan hermoso el día. Seguí corriendo y los kioscos, restaurantes, almacenes, todo estaba cerrado. Cuando al fin llego a la plaza vislumbro una silueta entre la niebla, estaba justo parada en el medio de aquel lugar, yo me acerco temeroso y me di cuenta que era mi novia. Enseguida le pregunte que hacia un día de semana a las 7 de la mañana en la plaza, y ella contesto:

-Que no te das cuenta que hora es...son las 6 de la tarde!!...(como podía ser? acaso tan tarde me había levantado? como un acto reflejo observé el reloj de la catedral, ella tenia razón) y prosiguió

-.....crees que soy idiota todos en la cuadra te ven en esta plaza, todo el mundo lo comenta, no confías en mi....por eso estoy acá, esperándote, para terminar de una ves con esta relación. Vessssss? es por esto que no te demostraba cariño, yo sentiaaaa la necesidad de no hacerlo. Vives triste y depresivo, como quieres que este con una persona así? encima no me cuentas nada.

Yo respondí

-Jamás me preguntaste nada...pero...pero... perdónameee!!

Otra vez mis ojos desprendían lágrimas, ella siempre lo lograba, tenía esa capacidad de hundirme en un abismo infinito. Sin embargo también poseía la capacidad de levantarme de cualquier momento, con un beso o un abrazo, aunque más a menudo con una mirada tierna. No era necesario que diga nada, solo con eso bastaba.

Ella quedo observándome, el silencioo era aterrador, solo se escuchaba mi sollozo y los latidos agitados de mi corazón. Hasta que el silencio se rompió en pedazos con una carcajada de María (asi era su nombre)... Rió tantooo que logro confundirme y volvió mi felicidad, claro..... era una broma, como no me habia dado cuenta?...le pregunte si así era y solo respondió

-Una bromaa?... sos patético ni lastima me das.

María se fue sin mencionar nada más.

Yo me arrodille en el piso y baje la cabeza, mis brazos parecían muertos colgaban al lado de mi cuerpo como si fuesen extensiones sin utilidad alguna. Mi mente abatida comenzó a generar explicaciones, y una serie de pantallazos, de flashbacks de mi pasado, eran aquellos momentos que compartí a su lado, aquellas horas que pasábamos mirándonos tomados de la mano.
Pasaron los minutos y no podía controlar las emociones de mi cabeza, no podía ponerme de pie aunque lo intentaba, era como si una fuerza no lo permitiera, o como si algo o alguien hubiese puesto punto final a mi vida en ese preciso momento.
YYYYYYYY.....otra vez comencé a sentirme mareadoo, como cuando el chico me miró y se desplomó. Pero esta ves fue más intenso caí al pisoo sin lucha alguna. Allí tirado solo fui capaz de controlar la mirada, pero mi visión comenzó a fallar, no lograba hacer foco en nada, hasta que una sensación sin igual atormento mi ser. Enfoque la cara de una persona, era aquel chicooo, me miraba con una tristeza incomparable y hacia pequeños gestos de afirmación. Una pequeña fuerza tomo control de mi cuerpo, levante mi mano hacia aquella persona y solo fui capaz de decir:

-Te entiendo...juro que te entiendo.

Mi mirada se apagó y la tarde murió.

Esteban.LC