"Historia de una niña" por Germán A. Castillo

Posted by estebanlc_rock On lunes, 16 de julio de 2012 0 comentarios


Escrito realizado por mi hermano Germán, si quieren ver más de sus historias y otros contenidos oscuros dirigirse a http://tu-lado-oscuro.blogspot.com.ar/ 


"Historia de una niña" por Germán A.C. 


Ella era una niña, una linda niña de 7 años. A pesar de su corta edad podría decirse que era bastante inteligente en algunos aspectos, aunque claro está que, en esa etapa de la vida, es completamente razonable encontrarnos con que sean algo fastidiosos los niños cuando no obtiene lo que quieren.


Si bien la "normalidad" abrazaba la rutina de la familia, no podía decirse lo mismo de la niña. Al menos no desde cierto punto de vista particular… 


"La edad de la imaginación" expresaban y justificaban los padres a cada comportamiento, cada acción de las fantasías de ella.


Que tiene de anormal tener amigos imaginarios? cuidar bebes (muñecos de bebes), estar sola largo tiempo encerrada en la habitación cuando llovía tanto por esas fechas. Que tenía de anormal escucharla hablando sola, o a la hora de la comida quedarse viendo a un punto fijo distraídamente?. 


Y es que la vida de la niña había comenzado de a poco a ser más y más solitaria. Los padres debían trabajar largas horas en casos de abogados, con lo que tenían que asignarle la tarea de cuidado a una niñera sin vínculo aparente con la familia, quien no se molestaba tanto en darle todas las comodidades y atenciones (padres adinerados).

La niña tenía un mundo detrás, pueden quizás decir que lo entienden, sin embargo es algo muy olvidado ya por las personas más grandes, no es necesario mucho tiempo...


Todos contienen una historia, algunos mas dramáticas que otros, en donde la inocencia fue arrebatada. Desde ese momento dejas de ver y sentir algunas cosas, sin embargo, esto se lo atribuye a un conocimiento más “acorde” y cercano de la "realidad". La razón, la seriedad y la responsabilidad son parte del proceso de hacerse grande.


Así que... podría decirse que una energía extraña corría por su cuerpo de niña, deseando, anhelando, viviendo siempre con sensaciones extrañas y nuevas presentándoseles habitualmente. El mundo era un lugar tan desconocido, y cada objeto podía transformarse en lo que quisiera si no lo tenía, eso era tan mágico, tan especial que era placentero vivir en un cuento de hadas.


La asignación de valores, la desfiguración de las formas supuestas materiales.


Lo que un niño sabe es que no importa tanto lo de afuera... pero el grande pone límites a su mundo, tiene valores asignados preestablecidamente.


En un anochecer, los hechos se habían presentado normalmente en la casa de estilo victoriano de la calle Gorder de Murbreez, ciudad turística. Aunque dicha propiedad era una de las que estaba apartada de todo, justo donde comenzaba el bosque en uno de los extremos.


La niña después de un rico té fue a jugar con sus muñecos.


El cuarto lo esperaba siempre acomodadamente y con sus colores crema claro. La casita en miniatura en un rincón a la derecha, las muñecas de porcelana sentadas viendo en varias direcciones desde el mueble. Aquel mueble alto del que jamás llegaría hasta allí arriba, ni aunque utilizara una escalerita el doble de alto de lo que acostumbraba para tomar sus muñecas favoritas.


Ella se preguntaba entonces si se encontrarían bien en su eterno descanso aquellas de arriba, si se divertirían viéndola. Era extraño pero tenía una sensación de conocer hasta su mas mínimo detalle, y la posición en la que siempre estaban, pero a la vez eran tan desconocidas. Nunca había compartido la comida, nunca se habían sentado con ella, nunca habían jugado juntas.


Un espejo colgado a un metro del suelo a la izquierda justo después de la cama. Estos dos con detalles en madera en el marco, y en las patas y respaldo de la cama respectivamente. 


Tenía un buen espacio para jugar libremente en el suelo alfombrado, sin embargo las paredes estaban llenas de cosas, de todo tipo de decoración. Relojes (si, relojes), almohadas, muebles de diversas alturas, uno de ellos eran su encantador guardarropas, la silla mecedora en frente del ventanal, la mesita con las tacitas, y su cajón de juguetes.


Cuando uno es niño y le muestran por primera vez algo así, el niño piensa como si se estuviera tratando de un cofre de tesoros de los piratas, a partir de ese momento, siempre hay una alegría, una felicidad tan vivida, una exaltación tan especial cada vez que sabe que tiene que ir a jugar con algo de allí adentro.


Cada cosa que haya guardada, que este contenido en él, tiene un valor especial, y aunque nunca vayan a jugar con algo, se molestarían demasiado si faltara dicho juguete. Podría mencionarse un ejemplo cuando la madre casi tira el muñequito de trapo, con ojos de botones que le había hecho la abuela, estuvo días sin hablarle.


Después de unos 10 minutos de estar sentada con su vestidito blanco junto a dos muñecas de porcelana, cerca de la casa en miniatura, ella noto que la lámpara de pie, adornada con un angelito de madera, estaba dada vuelta de manera que el angelito no la veía. Le pareció raro pues nunca había pasado eso. Se molesto con la niñera por haber entrado en su habitación, eso no era necesario. La madre se encargaba de acomodarla especialmente para ella desde que tenía memoria. Por ese motivo parecía contener una perspectiva protectora y detallista en exceso para con el cuarto al igual que su madre. La herencia no siempre esta exenta de esos comportamientos.


La noche se acerco más rápidamente de lo previsto. Le pareció que era tiempo de que sus padres llegaran, pero no lo hacían. Aunque no le molesto en lo absoluto ya que significaba un ratito más antes de irse a dormir.


La niña se empezó a extrañar, quizás sus padres tuvieron un retraso por algún motivo. Bajo las escaleras pensando en preguntarle a la niñera si sabía algo. Se asomo a la cocina y no estaba. Para colmo ningún ruido había mas que sus pisadas. 


Paso por los cuartos del pasillo y volvió sobre el que tenia la puerta entreabierta, ya que el efecto de entender que allí estaba fue retardado.


La niñera estaba sentada en un sillón, era el sillón del padre. Se encontraba viendo un libro grande del estante. Pero en plena oscuridad, solo la luz de la luna iluminaba, asomándose entre la única ventana con las cortinas danzando de forma fantasmal. Esta imagen, la niñera casi de espaldas leyendo un libro en plena oscuridad, le dio miedo y se dispuso no molestarla.


Subió a su cuarto entristecida. No tenía mucho que hacer, por suerte no tenía hambre. Lo que más quería era que la madre le leyera un cuento y descansar pensando en él, ya estaba cansada.


Una rama choco contra la ventana lo que la sacó de su ensueño. Pero luego se dio cuenta de que aquel ruido no era producto de una rama. Una sombra apareció en la ventana sorprendiéndola y se desplazo hasta adentro hasta quedar frente a ella a unos metros.


Al parecer era una persona ya que se distinguía la forma humana, estaba parado de manera totalmente erguida y rígida con las manos pegadas al cuerpo, a no ser que no tenga manos. "Un hombre" pensó la niña al divisar su cabeza sin cabellos largos, como acostumbraban las mujeres.

-Hola que quieres?-


(las gotas de la lluvia fueron el único ruido que se escucho) 


-Ya sé- prosiguió la niña...


-Quieres jugar- y una sonrisa inocente se le dibujo en su cara.


Entonces fue corriendo a su cajón de juguetes y tomo a Rissy, el muñequito de trapo con ojos de botones y una feliz sonrisa cocida. Se asomo a la figura y se lo extendió con sus manitos para que lo tomara, mientras la expectación de que aceptara la desbordaba.


Pero la invitación no pareció satisfacer a aquel hombre, entonces volvió al cajón pensando en qué era lo que podría gustarle.


Después de unos intentos en vano, el hombre tenía alrededor de 56 muñecos y muñecas tirados a sus pies. Todos ofrecidos tan insistentemente como el primero.


Al ver que no quería jugar le dijo... 


-Bueno al menos siéntate, podemos conversar y hacernos amigos- la voz aguda hacia contraste con la escena.


Agarro a Mely, la ubico en el suelo, y acerco la silla detrás de aquella sombra para que se sentara...


Ella por su parte también se sento en una, esta vez muy cerca. 


Entonces la figura se sentó tranquilamente después de ella... 


-Bueno quien sos? Yo soy Camy- Su nombre fue la palabra que más se enfatizo, el tono de su voz era totalmente despreocupado, cálido y con diversión.


Al ver que no respondía examino aquella figura más detenidamente.


-Perdón, veo que eres nena. Apenas vi tu vestido (la sombra parecía ser procedente de una mujer que sostenía firmemente con sus manos los pliegues de un vestido), solo que… las nenas tiene pelo largo… Por qué no tenés pelo?- Expuso curiosamente 


-te paso algo?- 


 -Sos tímida, no te preocupes, yo también lo soy.- Su gesto corporal acompaño claramente lo dicho, viendo levemente hacia abajo, encogiendo sus hombros y balanceando sus pies. -Pero tenía tantas ganas de conocer a alguien con quien jugar. Quizás si nos hacemos amiguitas puedas venir cada día a mi casa a jugar-


-Por qué tenes los dedos así, taan largos?- La figura coloco sus manos sobre las rodillas.


-Y esas uñas son raras... mi mamá las tiene largas, pero no tanto como las tuyas, ni tan dobladas-


El silencio pareció extenderse por un momento.


-Oh perdón, no te invite nada, ahí te traigo el té-


Corrió la mesita hasta los pies de la sombra, se escucho un mínimo arrastre y le mostro por largos segundos una tacita vacía que recogió del suelo. 


La sombra inclino hacia un costado su cabeza, en lo que pareció un gesto de asombro, y tomo la tacita, la cual se acercaba de vez en cuando en donde sea que este su boca.


La niña se puso feliz porque le haya aceptado algo.


Aguanto, pero no pudo dejar de interrumpirla en sus sorbos.


-Debe sentirse sola… como yo, por eso vino-


Cuando dijo esto la sombra dejo caer la tacita de plástico que hizo ruido.


La casa estaba tan silenciosa que hasta el sonido más leve parecía un ruido.


Un exhalo se le escapo a Camy


-Perdón dije algo malo no?- Se puso nerviosa.


La puerta de la entrada hizo el sonido característico.. 


-Son mis padres- 


-Vete antes de que te vean, me van a retar.. puedes venir todos los días-


La figura se levanto y fue hasta la ventana. 


-Tene cuidado no te vayas a caer, es muy alto- le aconsejo


Miro fijamente adoptando posiciones extrañas a la sombra, mientras se escurría por la ventana. 


Giro por sobre sus hombros y su madre estaba entrando al cuarto.


-Pero Camy... por qué tenés la ventana abierta?-
Su madre cerro la ventana, consecutivamente la llevo a dormir. 


 Al día siguiente Camy espero la hora de la llegada ansiosa. Pero nadie llego.


La noche recién comenzaba y ya era muy larga. Le contaron una historia y la acostaron. Antes de apagar la luz del velador junto a su cama de princesita, no evito echar un quejido viendo hacia la ventana.


Cuando aparto su vista resignada, diviso como dicen, por el rabillo del ojo, aquellas manos largas y con uñas dobladas detrás de las cortinas. Entonces sonrió alegre y apago la luz.

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